“Un momento político ocurre cuando la
temporalidad del consenso es interrumpida… La política no necesita
barricadas para existir. Pero sí necesita que una manera de describir la
situación se oponga a otra, y que se oponga significativamente”
Rancière.
Si hay algo a lo que en estos más de
diez años le hemos puesto los deseos, las ideas y sobre todo el cuerpo,
es a construir en nuestra facultad un proyecto y una realidad que se
oponga significativamente a lo impuesto.
Siguiendo nuestros principios de independencia, horizontalidad y autogestión hemos tenido siempre como objetivo exigir
que se efectivice lo que implica la educación superior como pública,
laica y gratuita y como único guión incontestable la lucha por los
derechos de lxs estudiantes. Desde nuestro trabajo en el centro de lxs
estudiantes o el Consejo Directivo, pasando por las actividades
culturales y académicas y llegando hasta nuestras intervenciones
en actos oficiales o nuestra participación en las movilizaciones
sociales, nunca hemos tenido
otro interés que el de generar una interpelación que despierte un
pensamiento y una acción críticos del modelo excluyente y
de mercado que caracteriza tanto la impartición como producción de
conocimiento en nuestra universidad. Hemos propuesto y generado cambios en los más diversos niveles: desde contenidos curriculares específicos y régimen
de enseñanza, pasando por las estructuras de cogobierno, hasta llegar al mismo Estatuto de la UNL. Todo a pulmón y todo a riesgo, porque tuvimos individualmente las represalias
académicas e incluso violencia física por parte de los CUSEVIS correspondientes a nuestra disidencia. Es
claro entonces que nunca militamos por beneficio personal, sino por esa
obstinación que sólo lxs que se han animado
a comprometerse honestamente y sin mezquindades en una pelea para y por
todxs donde no importa o se asume el costo a nombre propio, son capaces
de entender. Nunca pretendimos
arrogarnos la voz de nadie, siempre apelamos
a ser eco de todxs lxs estudiantes y hacer llegar estrictamente eso a
los espacios institucionales que imponen la representación. Fuimos
sistemáticamente en contra de la delegación, alentando la intervención
directa de todxs, por eso siempre nos inquietó la
diferencia abismal entre la cantidad – por muchos años mayoría- de votos
que recibíamos y la escasez de cuerpos, voces y miradas que acompañaban las actividades. Nosotros
elegimos la militancia, nadie nos obligó, pero muchxs estudiantes nos eligieron. Y elegir a Andamio era elegir comprometerse.
No dimitimos de nada de eso.
No damos un paso atrás en nada del camino recorrido ni cedemos a ningún
chantaje discursivo. Pero tras la experiencia y un detenido análisis de
lo que viene
ocurriendo en nuestra facultad en estos últimos años, se impone
rotundamente que la escena política ha tomado una determinada forma ante
la cual es perentorio resituarse. Cuando
las reglas de juego restringen más que
habilitan y el tablero se reduce significativamente, los movimientos
posibles ya no son cuestión de discusión ni elección, se vuelven
necesarios. Y por tanto, determinados a priori por quien impone arbitrariamente las
reglas. Y por tanto, por más que les pese a los participantes, funcionales a los objetivos del que reglamenta. En
pocas palabras: tras los mecanismos de participación aparente y
co-gobierno ficticio, tras el vaciamiento
de las funciones del Consejo Directivo en pos de las instancias
unipersonales de Gestión ejecutiva, tras el pliegue de la pluralidad
representativa a un único bastión hegemónico e ideológico, tras la
desmovilización estudiantil por la lógica partidaria o el
desinterés cómplices por acción u omisión de la tergiversación y
cooptación de luchas que engendramos y llevamos adelante desde
principios radicalmente opuestos a la gestión de la Facultad (ej:
departamentalización de C. Política y Sociología) ; tras todo eso
convertido en regla, la disidencia se excluye de antemano y sólo queda
convalidar con la presencia en esos espacios lo que allí sucede. Ser
funcional.
Así como no se negocia la memoria, la verdad y la justicia, el sentido y el contenido real de la democracia no se negocia.
Negociar los principios,
en particular nuestros principios, sería hipotecar y traicionar los
derechos de lxs excluidxs que el plan estratégico de la institución
pretende borrar por completo. Jamás fuimos ni vamos a ser cómplices ni copartícipes
de esa desidia, ese cinismo, esa violencia. Por eso dejamos vacantes nuestros lugares en la maquinaria institucional.
Que nos intenten correr por derecha los
que pliegan constantemente las normas a su favor. A ellos les decimos:
somos consecuentes, no hipócritas ni miopes. Que intenten corrernos por
izquierda los de las consignas grandilocuentes
y acciones improvisadas. A ellos les decimos: somos utopistas, no
ingenuos. Nuestra negativa a
ocupar espacios que otrora fueron posibles focos de resistencia –y
mientras lo fueron, en eso los convertimos- y hoy están
completamente articulados a la hegemonía, no es una huida ni una
rendición. Es una declaración de principios. Es la asunción completa de la responsabilidad que tomamos desde el primer día para con un proyecto distinto
de facultad y universidad. No abandonamos al estudiantado, es por una férrea convicción en sus derechos que no nos doblegamos ante quienes quieren cercenarlos. Es por la confianza
expresada en nosotros por quienes nos votaron que tomamos esta resolución. Lxs que votaron a Andamio votaron a quienes no transan, no se reconcilian, ni bajan la cabeza ante lo inaceptable.
No nos interesa lo políticamente correcto. Nos interesa y practicamos la coherencia. Andamio jamás fue ni será nunca engranaje del aparato radical.
Nuestra decisión no implica de ningún
modo abdicar, desvalorar o poner en juego el trabajo serio, responsable y
efectivo que en estos espacios realizan nuestras agrupaciones hermanas
Martín Fierro y Mate, en sus respectivas
unidades académicas (FIQ-FICH). Nuestra lectura y la consecuente decisión que tomamos responde a la situación en FHUC.
Por eso mismo no abandonamos la militancia.
Seguimos practicando nuestros principios pero ahora con proyectos que
hacen pie por fuera de las puertas de la facultad y en los cuales
pretendemos que se sumen todxs los que comparten el interés por el
cambio social.
A lxs que piensen con gozo que acá se
terminó Andamio, les decimos que no tardarán en tener noticias nuestras
que les quiten la ilusión. A lxs que piensen lo mismo pero sientan
cierto pesar al respecto, les decimos: toda crisis
es una oportunidad, todo cambio la posibilidad de dar una nueva forma y
fuerza a lo que vale la pena. Quizás ahora nuestra ausencia en los pasillos y las bancas pueda mostrar con más peso el sentido y el valor de un proyecto
independiente en la facultad. Quizás quienes no se animaron antes, entiendan ahora y sientan la necesidad de poner el cuerpo. Búsquennos
porque
seguimos y vamos a seguir estando. Pero como nosotros queremos, no como
lo quieran otrxs. Como nos hemos creado y no dejaremos de hacerlo:
desde abajo y a la izquierda.
Santa Fe, domingo 7 de abril de 2013